DOCENCIA

miércoles, 23 de abril de 2014

LÉELO Y PÁSALO _ En la Escuela tienes a los mejores profesores


En la Escuela tienes a los mejores profesores. Cualquiera puede ir a escucharlos, no importa curso ni horario. No pasan lista.

Se sabe inmediatamente que son los mejores, porque siempre están cuando los necesitas-apenas llegas y ya están a punto de empezar, sin faltar ni un día, sin llegar nunca tarde-. porque hablan a tu nivel-no son de esos que esconden su inseguridad tras un lenguaje oscuro. Y porque, como más sabes, más te dicen. Nunca se cansan de dar clase, no envejecen, no tienen la cabeza puesta en el despacho o en el escalafón. No conspiran entre ellos. Solo viven para enseñarte arquitectura.

¿Que de cual Escuela estoy hablando? De la tuya.


¿Que quienes son esos rara avis? No, no son ninguna minoría, son, al contrario, la mayoría de tus profesores. ¿Quieres nombres? ¿El curso acaba y aún no has apuntado sus nombres en el horario?
Son Le Corbusier, Aalto, Siza, Wright, Mies, Loos, Ruskin, Hedjuk, Smithson... Esa es la gente que da clase en tu Escuela. ¿No lo sabías? Sí: te están esperando en la biblioteca, para darte clases particulares.(1)
 Cada día al llegar a la Escuela, decidete: -"¿Con quien voy hoy a clase, con Aalto o con el de Urbanismo, el de Proyectos, el de Historia...?"
 Escoge. Deserta las aulas. no vayas a clase. que queden vacias. Ve a la biblioteca -ellos te esperan.


"Sí, y cuando me tenga que examinar,¿que pasa?"

Entiéndeme. Tus profesores de la biblioteca no son mejores porque sepan mas de arquitectura, porque hagan mejor arquitectura que tus profesores de carne, huesos y halitosis. Eso sería relativamente sencillo.

Son mejores porque te enseñan mejor, porque con ellos aprendes más, te vuelves mas sabio, puedes más.

Y este es el segundo motivo para aprender. No sé si te lo sabré explicar bien. Mas que un motivo es un instinto. es un impulso, que hace que te entren ganas y rabia por llegar a aprender, por saber. Procede del siguiente modo: Tu estás en clase, y oyes una voz que desde la pizarra va hablando del hormigon, de los ensanches urbanos, de una silla de Rietveld... Y te dices -"¡No podría hacer callar a este imbecil! ¡Como se atreve a hablar, si no sabe lo que dice! ¡Ahora yo debería levantarme y decirle todo lo que no sabe!" Y te entran unas ganas irrefrenables de saber mucho de hormigón, de la ciudad del XIX, de Rietveld, por respeto a los posibles profesores cuyo puesto está ocupado por ése que habla, por respeto a tus compañeros, por respeto a tí mismo, por odio a tus compañeros -que toman apuntes-, por odio a ti mismo -que estás callado-, por odio a tu profesor -que sigue hablando.

Creo que sin ese punto de irritación, de intransigencia, de odio, no hay aprendizaje.

Si te asusta el término y crees que eres cristiano, sustituye "odio" por "estímulo de competencia constructiva" -aunque si eres cristiano, recordarás a aquél que decía (Mat. 10,34-36): "No fueseis a pensar que he venido a traer la paz a la tierra. No he venido a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a separar al hombre contra su padre y a la hija contra su madre, a la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre serán sus familiares".(2)

Yo lo hice así con mis profesores -entiendo, por tanto que así puedas hacerlo tú tambien, y contigo cualquiera, ahora.

(1995)


extraído del libro "Pasado a limpio II", Josep Quetglas, Colección Pre-Textos


Notas
1 Tienen otra ventaja: son más economicos. ¿Sabes cuántas ediciones de las obras completas de Wright, Mies, Aalto y Le Corbusier, juntos, podrían comprarse con el sueldo anual de uno solo de tus profesores de los de nómina?
2 En Lucas 12, 51-33, hay más: "¿Pensais que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino mas bien a traer división. Porque, desde ahora, habrá cinco en una misma casa y vivirán divididos, tres contra dos y dos contra tres. Se dividirán padre contra hijo e hijo contra padre, madre contra la hija e hija contra la madre, suegra contra la nuera y nuera contra la suegra".

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