sábado, 12 de diciembre de 2015

PHILIP JOHNSON _ Las siete muletillas de la arquitectura moderna *




El arte no tiene nada que ver con las ocupaciones intelectuales; no debería darse en las universidades. El arte debería practicarse en el arroyo, perdón, en las buhardillas.

Es tan imposible aprender arquitectura como lo es aprender la sensibilidad para la música o la pintura. No deberían ustedes hablar sobre arte; deberían hacerlo.


* Charla informal dirigida a estudiantes de arquitectura.



Si da la impresión de que participo de las palabras es porque no hay otro modo de comunicarse. Tenemos que bajar al mundo que nos rodea, si es que queremos combatirlo. Hemos de utilizar palabras para devolver a la gente de «palabra» al sitio que le corresponde.


Por tanto, voy a atacar las siete muletillas de la arquitectura. Algunos de nosotros nos sentimos muy ufanos con las muletillas y pretendemos andar con ellas mientras los otros, esa pobre gente con dos pies, aguantan su ligero hándicap. Mas todos nosotros las utilizamos a veces y lo hacemos especialmente en las escuelas donde se tiene que usar el lenguaje. No deja de ser natural el hecho de usar el lenguaje cuando uno da clase, porque ¿cómo si no iban a puntuarles sus profesores? Les dicen: «mala entrada», o «baños no están pared con pared«, o «escalera demasiado estrecha», o «¿dónde está la habitación principal?», «la chimenea no tirará», «la cocina está demasiado lejos del comedor». No cabe duda de que es mucho más fácil para el claustro de profesores fijar un conjunto de reglas contra las cuales calificarles. Ellos no pueden decir «eso es feo» porque ustedes pueden contestar que para ustedes es bonito, y, ya se sabe, de gustibus non est disputandum, sobre el gusto no hay nada escrito. Las escuelas, por tanto, tienen una tendencia muy especial a usar estas muletillas. Yo también las usaría si estuviera dando clase porque no sería capaz de juzgar mejor que cualquier otro profesor los apoyos extra estéticos.

La muletilla más importante de los últimos tiempos carece ya de validez; es LA MULETILLA DE LA HISTORIA. En los viejos tiempos siempre se podía uno apoyar en los libros. Uno podía argüir: «¿A qué se refiere cuando dice que no le gusta mi torre? Aquí la tiene en Wren.» O «Hicieron eso en el edificio de la Subsecretaría del Tesoro; ¿cómo es que yo no puedo hacerlo?» La Historia no nos molesta ahora mucho.

Sin embargo, la segunda muletilla todavía se encuentra entre nosotros aunque LA MULETILLA DEL «DIBUJO BONITO» haya desaparecido bonitamente. Algunos de nosotros —yo soy uno de ellos— convertimos el plano bonito en una especie de culto. Se trata de una maravillosa muletilla, porque con ella puedes hacerte la ilusión de que estás creando arquitectura cuando en realidad estás haciendo bonitos dibujos. La arquitectura es fundamentalmente algo que construyes y donde la gente entra y va y les gusta. Pero eso es demasiado difícil. Los cuadros bonitos son más fáciles de hacer.

La siguiente, la tercera muletilla, es LA MULETILLA DE LA UTILIDAD. A mí se me formó en ella y yo mismo la he utilizado; era una vieja costumbre de Harvard.

Dicen que un edificio es buena arquitectura si funciona. Por supuesto que esto es música celestial. Todos los edificios funcionan. Este edificio (refiriéndose a Hunt Hall) funciona perfectamente... si hablo lo suficientemente alto. El Partenón probablemente funcionaba perfectamente para el tipo de ceremonias para las que lo usaban. Dicho en otras palabras, el mero hecho de que un edificio funcione no basta. Uno espera que un edificio funcione. Uno espera que hoy en día el grifo del agua caliente de una cocina dé agua caliente. Uno espera que cualquier arquitecto, sea licenciado por Harvard o no lo sea, coloque la cocina en el sitio idóneo. Pero, cuando esto se utiliza como muletilla, te tara. Te amodorra hasta el punto de creer que eso es arquitectura. Las reglas con las que a todos se nos ha formado: «el ropero debe estar cerca de la puerta delantera de una casa», «la ventilación cruzada es una necesidad», esas reglas no tienen mucha importancia en arquitectura. Que debemos tener una puerta delantera para entrar y una puerta trasera para sacar la basura. ¡Muy bien! Pero el otro día me di cuenta con horror de que yo sacaba la basura por la puerta delantera. Si el conseguir que una casa funcione se antepone a su invención artística, el resultado no será, en absoluto, arquitectura, sino simplemente un ensamblaje de partes útiles. Ya se darán cuenta de esto la próxima vez que hagan un edificio; se sentirán tan satisfechos cuando consigan que las plataformas de los ascensores se detengan en el piso que toca que creerán que su rascacielos está terminado. Lo sé; yo mismo estoy trabajando ahora en uno.

Esa muletilla, sin embargo, no es tan mala como la que viene: LA MULETILLA DE LA COMODIDAD. Es ésta una costumbre inveterada, lo mismo que la utilidad. Todos nosotros descendemos en cuanto a pensamiento de John Stuart Mill: Después de todo, ¿para qué sirve !a arquitectura si no es para la comodidad de la gente que vive dentro? Pero, cuando eso se convierte en una muletilla para hacer arquitectura, entonces el centro ambiental empieza a reemplazar a la arquitectura. Muy pronto estarán haciendo ustedes casas con control ambiental, lo que no es difícil de hacer, aunque puede que sus casas tengan una ventana en el lado oeste cuando lo que no pueden controlar es el sol. No hay alero en el mundo y no hay carta solar alguna en Harvard que pueda ayudarles. Porque el sol, claro está, se encuentra absolutamente en todas partes. ¿Saben lo que quieren decir cuando hablan de entorno controlado? Se trata del estudio de la «micro climatología», la ciencia que nos dice cómo recrear un clima de forma que nos encontremos cómodos. Pero, en realidad, ¿está uno cómodo? La chimenea, por ejemplo, se halla fuera de lugar en el entorno controlado de la casa; se calienta y dispara los termostatos. Con todo, a mí me gusta la belleza de los hogares, así que mantengo mi termostato al mínimo, a 60 grados Fahrenheit, y entonces enciendo un enorme fuego devorador para poderme mover de un lado a otro. Pero eso no es entorno controlado; soy yo quien controla el entorno. Es mucho más divertido.

Alguna gente dice que las sillas más bonitas son las que son cómodas. ¿Es eso cierto? Yo pienso que la comodidad es una función de si piensas que la silla es bonita o no lo es. Hagan ustedes mismos la prueba si quieren, aunque sé que no serán honrados conmigo. Yo he tenido las sillas de Mies van der Rohe en casa durante veinte años y las llevo vaya donde vaya a vivir. No son unas sillas muy cómodas, pero, si a la gente le gusta su aspecto, dicen: «¡Qué bonitas son estas sillas!», lo que, en realidad, es cierto. Entonces se sientan en ellas y dicen: «¡Y qué cómodas son!» Pero sí se trata del tipo de gente que piensa que curvar patas de acero es una forma muy fea de sostener una silla, entonces dirán: «¡Qué sillas más incómodas!»

LA MULETILLA DE LA BARATURA. Con esta muletilla ustedes los estudiantes aún no se han topado, ya que nadie les ha dicho que recorten el presupuesto diez mil dólares porque todavía no han construido nada. Pero ésta será su primera lección. Los muchachos de la baratura dirían: «Cualquiera puede construir una casa cara. Pero, miren, mi casa sólo costó 25 000 dólares.» Cualquiera que sea capaz de construir una casa de 25 000 dólares tiene buenas razones para sentirse orgulloso, pero me pregunto si al hablar de ello se estará refiriendo a arquitectura o a su habilidad económica. ¿Es de la muletilla de lo que había o es de arquitectura? Esa motivación económica se lleva en Nueva York a tales extremos, que la gente con mentalidad inmobiliaria considera antiamericano construir una Casa Lever con plantas bajas que no sirvan para alquilar. Creen que es un pecado arquitectónico no engrosar la cuenta bancaria.

Viene ahora una muletilla muy mala, con la que se encontrarán en una época mucho más tardía de sus carreras. Por favor, por favor, cuidado con esta muletilla, con LA MULETILLA DE SERVIR AL CLIENTE. Ustedes pueden verse libres de toda crítica si son capaces de decir: «Bueno, el cliente lo quería así.» Míster Hood, uno de nuestros arquitectos realmente importantes, hablaba exactamente así; era capaz de poner una puerta gótica en un rascacielos y decir: «¿Por qué no debo hacerlo? El cliente quería una puerta gótica en un rascacielos moderno y yo se la puse. ¿A qué me dedico yo si no? ¿No estoy yo aquí para agradar al cliente?» Les diré lo que me dijo uno de los muchachos antes de la conferencia: «¿Por dónde hay que cortar? ¿Cuándo te permiten las exigencias del cliente echarlo con cajas destempladas y cuándo cedes graciosamente?» Tiene que quedar muy claro, en el fondo de sus mentes, que servir al cliente es una cosa y que la arquitectura es otra.


Quizá la más problemática de todas sea LA MULETILLA DE LA ESTRUCTURA. Eso nos toca muy de cerca, porque está claro que yo mismo la uso continuamente. Y voy a continuar usándola porque uno tiene que utilizar algo después de todo. Igual le sucede a Bucky Füller, que va circulando de escuela en escuela. Parece un huracán; cuando llega, uno no se !o puede perder. Bucky Füller habla y habla durante cinco o seis horas y acaba diciendo que toda la arquitectura es absurda y que hay que construir cosas del tipo de las cúpulas discontinuas. Los argumentos que usa son hermosísimos. No es que yo tenga nada en contra de las cúpulas discontinuas pero, por Dios, no las llamemos arquitectura. ¿Han visto alguna vez a Bucky intentando poner una puerta en uno de sus edificios en forma de cúpula? Nunca lo ha conseguido, y muy sabiamente, cuando las hace, no las cubre de ninguna forma, y así sus piezas se convierten en magníficas piezas puramente escultóricas. La escultura no puede por sí misma dar lugar a arquitectura porque la arquitectura tiene unos problemas, como pueden ser el entrar y salir, con ¡os que Bucky Füller no se ha enfrentado. La estructura es una cosa muy peligrosa para aferrarse a ella. Se puede acabar creyendo que la estructura claramente expresada resultará en arquitectura por sí misma. Uno dice entonces: «Ya no tengo que proyectar más; lo único que tengo que hacer es construir un orden estructura! limpio.» Yo mismo he creído esto de vez en cuando. Es una muletilla que está muy bien porque, después de todo, si las crujías son todas iguales y todas las ventanas tienen el mismo tamaño, no puedes estropear demasiado un edificio.

Ahora bien, ¿por qué nosotros, en el estadio en que nos encontramos, tenemos que ser tan muletilleros? ¿Por qué no nos plantamos delante del acto de creación y le hacemos frente? El acto de creación, como sucede con el nacimiento o con la muerte, es algo a lo que uno debe hacer frente solo. No existen reglas; no hay nadie que pueda decirte si la elección que haces de entre, digamos, seis billones de proposiciones posibles de ventanas va a ser la correcta. Nadie puede entrar contigo en ese cuarto donde tomas las decisiones finales. Es algo de lo que no se puede escapar; ¿por qué luchar entonces contra ello? ¿Por qué no convencerse de que la arquitectura es el resultado de una serie de decisiones artísticas ineludibles? Si eres fuerte, puedes tomarlas.

Me gusta la idea de que lo que nosotros tenemos que hacer en este mundo es embellecerlo para que sea lo más hermoso posible. Así, las generaciones venideras podrán mirar ¡as formas que dejamos y sentir el mismo entusiasmo que siento yo al mirar ¡as pasadas, el Partenón, la catedral de Chartres. Esa es ¡a tarea que nos toca —dudo que pueda convencer a mi generación—; las dificultades son muchas, pero ustedes pueden lograrlo; pueden hacerlo si tienen la suficiente fortaleza para no preocuparse de muletas y para hacerse a la idea de que crear algo es una experiencia personal.

Me gusta cómo define Le Corbusier la arquitectura. Lo expresó del modo que me gustaría a mí haberlo hecho. Dijo: 


«L'architecture c'est le jeu, sa-vant, corred et magnifique des formes sous ia furniere» [«La arquitectura e's el juego correcto, sabio y magnífico de las formas bajo fa luz»]. 

El juego de las formas bajo la luz. Amigos míos, eso es todo lo que es. Poniéndole inodoros podéis incluso embellecerla, pero mucho antes de que se inventaran los inodoros, había ya gran arquitectura. Me gusta la definición de Nietzsche, ese europeo tan mal interpretado. Dijo: 

«En las obras arquitectónicas, el orgullo del hombre el triunfo del hombre sobre la gravitación, el deseo de poder, asumen forma visible. La arquitectura es una verdadera oratoria de poder realizada por la forma»

Ahora bien, mi posición con respecto a todo esto no es, claro está, tan individualista, tan directamente intuitiva como suena. Volviendo a la realidad, ¿qué nos toca hacer cuando no haya muletas a las que agarrarse? Soy un tradicionalista; creo en la Historia. Al hablar de tradición me refiero a llevar a cabo, en libertad, el desarrollo de un cierto enfoque básico que encontramos al empezar nuestro trabajo. No creo en la revolución perpetua de la arquitectura; no pretendo siempre ser original. Mies me dijo en una ocasión: 


«Philip, es mucho mejor ser bueno que ser original.» 


Y yo lo creo también así. Por fortuna, contamos con el trabajo de nuestros padres espirituales y podemos ir edificando sobre él. Por supuesto que nosotros los odiamos, como odian todos los hijos espirituales a sus padres espirituales; sin embargo, no podemos ignorarlos, como tampoco podemos negar su grandeza. Queda claro que los hombres a quienes me refiero son Walter Gropius, Le Corbusier y Mies van der Rohe. Debiera incluir también a Frank Lloyd Wright, el más importante arquitecto del siglo XIX. ¿No les parece maravilloso el contar con esa tradición, con la obra que han realizado esos hombres? ¿Piensan ustedes que hay una época mejor para vivir que la nuestra? Jamás en la Historia se delimitó la tradición tan claramente, jamás fueron los grandes hombres tan grandes, jamás fue posible aprender tanto de ellos, y al mismo tiempo poder hacer las cosas a nuestro modo, sin sentirnos constreñidos por un estilo y sabiendo que lo que hagamos será la arquitectura del futuro sin temor a estarnos metiendo en una vía muerta, como les sucede a los románticos de hoy, de quienes nada puede salir. En ese sentido soy un tradicionalista."


* Charla informal dirigida a estudiantes. Escuela de Diseño Arquitectónico Universidad de Harvard, 7 de diciembre de 1954; publicada en Perspecta 3, 1955, pp. 40 a 44.'





Este es todavía el mejor y más agudo análisis del compromiso de la teoría arquitectónica en una sociedad pluralista y existencialista. Pero, ¡cómo cambian las tornas! Ahora, para muchos arquitectos de la generación más joven, la temible muletilla ya no es el utilitarismo contra el que luchó Johnson durante su juventud arquitectónica, sino más bien el naciente historicismo. Y, a despecho de todas sus negativas y a pesar de lo abstractas y aparentemente no comprometidas que las imágenes de sus edificios pueden llegar a ser, en su ejercido profesional cotidiano Johnson continúa siendo funcionalista hasta la médula. Sólo nos es posible imaginar el impacto que las «siete muletillas» de Johnson causaron en 1954, fecha en la que se las enumeró por primera vez en el curso de una charla pronunciada en la Escuela de Diseño Arquitectónico. El rescoldo de las ideas de Gropius estaba todavía por esas fechas muy vivo en Harvard, y gran parte de lo que dijo Johnson no hay duda de que se consideró como herético por parte de! claustro de profesores, por no decir también por parte de los estudiantes. No es ninguna sorpresa el que la charla la publicaran los estudiantes de Yale, lugar donde los puntos de vista de Johnson encontraron mejor acogida que en Harvard. Mi propia lectura de la charla en Perspecta, cuando yo empezaba a estudiar arquitectura, hizo de mí un inmediato converso; como si se tratara de una contrapartida a lo que entonces parecían (y continúan pareciéndome a mí) las pseudorreglas de un estudio banal en su primer año de trabajo, aquí teníamos un documento que parecía decirlo todo. Con un par de compañeros de clase, me metí en un coche un sábado por la tarde, conduje hasta New Canaan y me apunté a ese seminario continuo sobre arquitectura que era la Casa de Vidrio y que la Universidad de Yale no incluía en sus programas de finales  de  los  años  cincuenta y principios  de  los  sesenta,  pero  que  existía  a pesar de todo y que indudablemente tuvo une influencia capital en toda ¡a generación siguiente de arquitectos formada en New Haven.
Entonces como ahora, Johnson signillca inteligencia, significa compromiso con la acción dentro del marco de las ideas, significa amor a la arquitectura considerada como manifestación de la cultura y no simplemente como subproducto de las matemáticas, de la utilidad y de la tecnología.
Robert A.M. Sterm



6 comentarios:

Eduardo dijo...

PHILIP JOHNSON _ Las siete muletillas de la arquitectura moderna.

Personalmente he usado por lo menos una de estas siete muletillas que Philip describe. Por ser más puntuales; se trata de la "muletilla del dibujo bonito". Sobretodo en las entregas ya que al no saber que hacer más en el proyecto; una buena opción del momento, errónea, es poner el plano bonito. Empezar a poner elementos banales, sin sentido alguno, por lo que hace el proyecto... Pero hay momentos en que estos elementos sirven para explicar algunas cosas, algunos detalles de nuestro proyecto; como la entrada, la piscina o incluso un espacio verde. La pregunta es la siguiente: donde esta el límite al poner estos elementos, estos bloques, estos objetos, que si nos pasamos de cantidad ensucian el plano?

Creo que todos tenemos que ser conscientes que hay límites tanto al usar las muletillas como en no usarlas. Por mi parecer usarlas un poco es bueno, pero nunca tenemos que usarlas como única y posible razón de argumentación.

Julio dijo...

LAS SIETE MULETILLAS DE LA ARQUITECTURA
Es una charla informal dirigida a estudiantes de Arquitectura en la Universidad de Harvard, 7 de Diciembre de 1954 por el Arquitecto Philip Johnson.
Philip Johnson fue un arquitecto que ha demostrado a lo largo de su carrera que en sus obras antepone lo estético a lo funcional lo cual difiere y se aleja de los principios que se basan principalmente en el racionalismo y de la funcionalidad.
Considero que el legado de Johnson a los estudiantes de arquitectura es muy valioso, ya que nos deja muchas enseñanzas. Una de ellas es que debemos ser fieles a nuestros principios arquitectónicos a pesar de la crítica.
Durante la charla Johnson va a precisar siete muletillas en la arquitectura, que según su criterio, no aportan nada, son repeticiones. Las muletillas expuestas son: la historia, el plano/dibujo bonito, la utilidad, el servir al cliente, la comodidad, la baratura y la estructura.
Muletilla de la Historia
En los últimos tiempos carece de sentido, ya que antes se podía uno apoyar en los libros, en obras, referencias,…. Y en cambio el dilema surge cuando te dicen…..”esto no me gusta”… entonces… que hago? ….si además un tal Mies lo hizo allí y así….
Muletilla del dibujo bonito
Algunos se dedican, se recrean si se prefiere, a idear, a dar forma sobre un papel en blanco obteniendo un resultado a modo de dibujo en el cual se representa algo, se recrea una ilusión arquitectónica…...pero… eso es Arquitectura o simplemente un dibujo bonito?¿… La arquitectura se hace mediante una solución constructiva, sino no hay edificio.
Muletilla de la utilidad
Dicen que un edificio es buena arquitectura se funciona… desde luego que sí, …verdad que cuando abro el grifo espero que salga agua?¿… Pero sólo por el hecho de que algo funcione no es suficiente, quizá se debería ir más allá de lo propiamente útil o funcional, porque no siempre es de obligado cumplimiento las normas que te dan en las clases… Porque si empezamos a ser estrictos con todas estas normas, comentarios,… acabamos creando un “pastel” de partes útiles pero… eso es arquitectura?.
Muletilla de la comodidad
Esta es una costumbre arraigada, presente , inherente para toda persona que se preste y es tan simple como lo bonito entra por la vista, y como la primera impresión es agradable se traduce automáticamente en algo cómodo… pero… es esto cierto? Realmente es así? … Se me ocurre ahora un ejemplo bastante simplón, extrapolado de la arquitectura hacia el mundo del automóvil, como el hecho de un coche deportivo “sí el del caballito rojo”, y sí, son realmente bonitos pero… incómodos a mas no poder.
Muletilla de la baratura
Esta es buena también, y aunque todavía no me he visto involucrado directamente en ella, no es menos cierto que la realidad, que es la que es, en cuanto a presupuesto se refiere, mas si cabe en las fechas que vivimos, porque un presupuesto no es ilimitado, nadie tiene el privilegio de obtener un cheque en blanco… esta bien “casi nadie”… y con ello la necesidad de ajustar los costes, lo cual muchas veces se traduce en cambios importantes dentro de un proyecto.
Muletilla de servir al cliente
Hay una frase mítica, cierta y contundente y es la de “el cliente siempre tiene la razón”… bueno personalmente discrepo, en función de lo que sea, de lo que se trate, …si tengo la capacidad de hacerle cambiar de opinión podría hacer algo más que no solo servir al cliente, podría arañarle, aportar, un poco a la arquitectura como tal.
Muletilla de la estructura
Si algo podemos tener claro es que un edificio, sea el sea, y sirva para lo que sirva …es que ha de mantenerse en equilibrio… Para ello no hay mas remedio que disponer de una estructura que sustente al edificio.

ramon julio dijo...

En aquesta xarrada, Philip Johnson, explica d´una manera didactica quins són els fonaments de la arquitectura, des del punt de vista com a professor, i dona tot un seguit de pistes per a la gent com nosaltres que ara estem entrant en el mon de l´arquitectura, per poder realitzar i defensar els nostres projectes de la millor manera possible.

Personalment dels apartats que més m´interessa és la "muletilla" de la utilitat, on Johnson, senyala que la bona arquitectura no és unicament aquella que és funcional, sinó que l´arquitectura va més enllà, és una forma de viure.

Per altre banda, també intervé directament, i més ara amb les èpoques que estem la "muletilla "de la baratura, que crec que va molt relacionada amb la "muletilla" de servir el cliente, ja que la bona arquitectura, sempre esta regida per dos factors necessaris i importantissims que és el factor economic i el client, aquests dos factors condicionen directament amb la bona i la mala arquitectura.

Només com apunt referent a la "muletilla" de l´estructura, des del punt de vista projectual, un projecte, no es pot crear només amb un principi com pot ser primer faig la planta despres les seccions, i un cop feta la distribució col.loco l´estrutura. No es aixi la manerade treballar, com més enllà vaig en la carrera, vec que el concepte de creació de qualsevol projecte es basa en la projecció conjunta de tot el projecte, i és tant important una bona estructura com una bona distribució de manera que el millor projecte és aquell que s´ha tingut a nivell de disseny tots els factors de manera conjunta.

Sergio Mirallas dijo...

Este texto surge de una charla que tuvo Philip Johnson con estudiantes de arquitectura en 1954, pese a ello, la mayoría son todavía vigentes.
La muletilla que más me ha llamado la atención es la muletilla de la utilidad, me resulta interesante el hecho de que “el mero hecho de que un edificio funcione no basta”. Sin embargo, me ha llamado la atención que sea tan radical anteponiendo la forma a la función diciendo que “Si el conseguir que una casa funcione se antepone a su invención artística, el resultado no será, en absoluto, arquitectura, sino simplemente un ensamblaje de partes útiles”. Considero que una casa por muy artística que sea, si no funciona tampoco podrá ser habitada, así que lo que se debería conseguir en un equilibro entre forma y función.
La radicalidad de Johnson aparece también en la muletilla de la comodidad, cuando habla de las sillas de Mies. Es cierto por un lado que si la silla es bonita, la persona puede tener una idea preconcebida del grado de comodidad de la silla, pero, cuando uno se sienta, es cuando realmente comprueba si la silla es cómoda o no; aunque esa idea preconcebida, muchas veces es difícil de cambiar.
Respecto a las muletillas de la baratura y de servir al cliente, actualmente es un hecho muy importante, sobre todo el factor económico. En este caso estoy de acuerdo con Johnson, es importante tener en cuenta durante el proyecto factores económicos, y la voluntad del cliente, pero no entregarnos a ellos sumisamente, el arquitecto también interviene en el proyecto.

Dani Fernández dijo...

Las siete muletillas de la arquitectura_Philip Johnson

Sinceramente me doy cuenta de que lo único que se nos puede enseñar son maneras de resolver y justificar las necesidades que requiere la arquitectura democrática que nos rodea.
En ella el arquitecto deja de ser un dios del arte de de la arquitectura, para ser esclavo de crear un espacio para sus habitantes, dónde ellos participan en la creación del producto final.

Encuentro comprensible que se nos eduque según la demanda de la sociedad; ya sea para saber responder a los gustos de un cliente, las exigencias económicas de un promotor o bien, unos requisitos funcionales, estructurales o en cuanto a normativa se refiere, como toda norma que regula las actividades de la sociedad. Pues vivimos condicionados por diferentes normas y obligaciones que nos merma nuestra capacidad autodidáctica y particular de análisis, así como también nuestra capacidad de resolución artística.

Pero he de reconocer que nos son muy útiles para dar continuidad y orden a la convivencia de la sociedad. Estos condicionantes sociales, técnicos y económicos se nos trasladan involuntariamente a nuestras mentes como lógicos, y romper con alguno se nos hace muy difícil.

Por ello, comparto con Philip Johnson que la arquitectura entendida como arte no se puede dar en las universidades. En ellas podemos aprender la arquitectura como ciencia, maneras de solucionar materialmente unas necesidades según unos antecedentes, disposición lógica de espacios, formas o acabados; pero no como establecer una correcta relación entre ellas dentro de un contexto, sea del tipo que sea.
Correcta en cuanto a expresivo, excepcional, harmonioso, inmutable, digamos transcendental.

En definitiva pienso que el arquitecto nace o se hace a sí mismo, pero no se le puede instruir. Es en la capacidad de comprensión del vacío de los conocimientos adquiridos donde reside la reflexión que nos puede convertir en arquitectos o "constructores especializados" (también imprescindibles).

Dani J. Fernandez
(dani_arquitectura@hotmail.com)

Anónimo dijo...

Philip Johnson va ser un arquitecte que va demostrat al llarg de la seva carrera l’oposició de l'estètica a la funcionalitat. Durant la seva obra Johnson va a precisar set flaqueses en l'arquitectura, que segons el seu criteri, no aporten res, són repeticions.com per exemple: la història, el pla / dibuix bonic, la utilitat, el servir al client, la comoditat, la baratura i l'estructura.

"Soy una prostituta y me pagan muy bien por los rascacielos."
Desprès de llegir la lectura i analitzar les seves obres sem van plantejar diverses preguntes. Amb la frase anterior és veu clarament que Johnson critica l'arquitectura capitalista, aquesta que veiem normalment en les revistes de disseny. I jo em pregunto: la seva arquitectura no n’és clarament un exemple?
Personalment crec que l'arquitectura és de cada lloc,es crea en una societat i temps, i respon unes necessitats i recursos disponibles. Qui no pot fer gran arquitectura diners i materials cars? Crec que l’arquitectura ha de ser útil per a qui la ocuparà i estèticament agradable.
Una de les obres més importants va ser la casa de vidre on es fa evident un dels principis arquitectònics més importants proposats per Mies van der Rohe: "Less is more", on en teoria són mínims els materials aplicats, l'economia i es prescindeix de qualsevol tipus d'ornament.
Crec que aquesta és una obra que fa manifestà la postura de Johnson a l'hora de dissenyar, però que en alguns punts acaba sent tot lo contrari. Un espai totalment vidrat a l’exterior no és per res útil, ni econòmic , si tenim en compte els costos climàtics durant l'any.
Per a qui dissenyem llavors? ¿Dissenyem per a l'home i les seves necessitats? O dissenyem pel mer capritx de fer arquitectura? En els anys 50 sorgeixen un seguit d’obres que resulten ser un bon assaig/experiment sobre noves tècniques de construcció i noves qualitats en la forma d’habitar.
L'arquitectura ha de complir la seva funció si no vol ser una simple escultura Tenim que tenir en compte que els programes funcionals són creats a partir d’unes de necessitats ja existents en la societat
Tot hi així vull recalcar la importància de les teories de Johnson, sobretot la influència que tingueren en els estudiants, ja que crec que el seu propòsit és dir-nos que com a joves estudiants o arquitectes ens hem de prendre un temps per pensar, inventar, imaginar, reflexionar... Perquè això és el que ens manté actius. Vol dir-nos que no tenim per què seguir regles establertes en el passat..

Bàrbara Veciana

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