sábado, 2 de julio de 2016

... la “Arquitectura Contemporánea” por Pier Luigi Nervi




Los estudios críticos sobre arquitectura casi siempre se han limitado al aspecto visual de las obras, considerándolo como elemento determinante de los juicios de valor y de las clasificaciones estilísticas de carácter escolástico, transferidas después a la cultura no especializada. De la simple observación de que todo hecho arquitectónico es, por definición, una obra construida y que, como tal, ha debido estar sujeta a vínculos objetivos impuestos por los materiales y por la técnica constructiva, y, en todo caso, haber logrado estabilidad, duración y adecuada respuesta a las funciones que han determinado su construcción, resulta evidente que el aspecto estético por sí solo no ofrece mesura bastante para la valoración de una actividad realizadora, ya compleja en el pasado y en vías de una rápida, precipitada complicación en nuestros días y en el previsible futuro.

Por añadidura, lo que más me ha impresionado al examinar la arquitectura del pasado y del presente ha sido el comprobar que las obras generalmente aceptadas por la crítica formal y que gozan de general estimación, como ejemplos de pura belleza, son también, relativamente a las técnicas constructivas y a la calidad de los materiales disponibles en los distintos tiempos y lugares, el fruto de técnicas constructivas correctísimas.


Surge en seguida la duda de que esta coincidencia sea casual.





En el pasado, la construcción se guiaba exclusivamente por intuiciones estáticas, fruto a su vez de meditaciones, de experiencia y, sobre todo, de la comprensión del modo en que las estructuras y los materiales resisten las acciones externas.


Meditar sobre los esquemas estructurales, sobre las características de los materiales, tener presentes las experiencias propias y ajenas, es trabajo de amor hacia el acto de construir en sí y por sí, sea por parte del director de la obra, sea por parte de sus colaboradores y ejecutores. Y hemos de preguntarnos si no será precisamente este el oculto enlace que aúne en una única belleza la apariencia y la sustancia de las mejores realizaciones que el pasado, por lejano que sea, nos ha transmitido.


Podríamos pensar, incluso, que la calidad de los materiales disponibles haya determinado no solo los esquemas estructurales, sino también los detalles formales de la decoración que poco a poco han venido enriqueciendo la simple estructura constructiva.


Podríamos encontrar una justificación al grado distinto de fineza y elegancia entre la arquitectura griega, a base de mármol, de alta resistencia y apto para la más delicada elaboración, y las majestuosas estructuras romanas en argamasa de cal y puzolana, apoyadas en muros poderosos que compensaran, con su masa, su escasa resistencia intrínseca.



¿Sería demasiado audaz asociar estas características objetivas a la diferente sensibilidad artística de ambos pueblos?





Queda reconocida con ello la importancia de completar la descripción de los ejemplos ilustrados con una interpretación de sus características constructivas y estéticas, de modo que la correspondiente conexión de los dos aspectos de la edificación se derive de ella como consecuencia lógica y espontánea.


Consecuencia que, si fuere entendida y aceptada de buena fe por algunos ambientes de vanguardia, podría detener nuestra arquitectura en su ruinosa carrera hacia el formalismo vacío, costoso y a veces irrealizable, y llevar de nuevo a los proyectistas y hombres de cultura a una más serena valoración de los componentes objetivos de la construcción y al respeto hacia una moral constructiva y arquitectónica, tan importante para el aspecto futuro de nuestras ciudades como lo es la moral, entendida en el sentido de regla de vida, para una ordenada vida civilizada.


Pier Luigi Nervi

*Prologo del libro: “Arquitectura Contemporánea” . Manfredo Tafuri y Francesco Dal Co

Ediciones Aguilar, 1978

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